CONGO-LÉOPOLDVILLE (1964-1975)
(República Democrática del Congo; 1964-1971)
10 Francos; 1965
Aluminio. 29,80 mm; 3,27 g.
Ceca: Bruselas, Bélgica
Cabeza frontal de león en el anverso.
KM #1; [UNC]
En 1964, la joven nación adoptó el nombre de República Democrática del Congo, buscando dejar atrás los ecos del yugo colonial, pero su corazón urbano seguía latiendo bajo el nombre de Léopoldville, tributo al monarca belga que había gobernado el territorio como feudo personal. Aquel contraste —una república africana con una capital que evocaba al conquistador europeo— simbolizaba las tensiones de un país aún atrapado entre la emancipación y la memoria impuesta. Mientras el Estado combatía rebeliones y buscaba afirmarse, el nombre de la capital permanecía como un vestigio que pesaba. No fue sino hasta 1966, con la africanización impulsada por Mobutu, que el nombre Kinshasa —rescatado de una aldea ancestral a orillas del río Congo— devolvió al país una parte de sí. Entonces, la capital se renombró no solo por decreto, sino como gesto de una identidad que reclamaba su lugar.
$26.400,00
CONGO-LÉOPOLDVILLE (1964-1975)
(República Democrática del Congo; 1964-1971)
10 Francos; 1965
Aluminio. 29,80 mm; 3,27 g.
Ceca: Bruselas, Bélgica
Cabeza frontal de león en el anverso.
KM #1; [UNC]
En 1964, la joven nación adoptó el nombre de República Democrática del Congo, buscando dejar atrás los ecos del yugo colonial, pero su corazón urbano seguía latiendo bajo el nombre de Léopoldville, tributo al monarca belga que había gobernado el territorio como feudo personal. Aquel contraste —una república africana con una capital que evocaba al conquistador europeo— simbolizaba las tensiones de un país aún atrapado entre la emancipación y la memoria impuesta. Mientras el Estado combatía rebeliones y buscaba afirmarse, el nombre de la capital permanecía como un vestigio que pesaba. No fue sino hasta 1966, con la africanización impulsada por Mobutu, que el nombre Kinshasa —rescatado de una aldea ancestral a orillas del río Congo— devolvió al país una parte de sí. Entonces, la capital se renombró no solo por decreto, sino como gesto de una identidad que reclamaba su lugar.
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